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Origen de Cyclindoor

Parte I

Antes de adentrarnos en el origen de Cyclindoor, hay que conocer como me inicié en este deporte. La primera vez que entre en una sala de ciclo sería a mediados de la primera década del milenio. Necesitaba hacer algo de deporte y me apunté a Alisport (actualmente Supera), probablemente el primer centro deportivo de envergadura que hubo en Alicante. Al principio, solo hacía pesas, andaba un poco en la cinta, y tres días a la semana nadaba.

Tenía un compañero de trabajo que iba al mismo gimnasio que yo, y sí que entraba a ciclo. Hablaba maravillas de la actividad y decidí dar el paso… eso sí, una cosa es “decidir dar el paso” y otra es darlo. Muchos días de mirar de reojo las clases tras la cristalera, de ver el planning raro de clases, con colores, que había en la puerta, pero entrar, no entraba,

 

Yo conocía lo que era el Spinning, pedalear sobre una bicicleta con música. Poco más sabía. Veía a gente que entraba de todas las edades y condición física, jóvenes, personas mayores, fibrados, obesos, vamos, todo tipo de constitución que me permitiría ponerme la etiqueta de “uno más”.

Para no demorar más el inicio, recuerdo que me puse una fecha para entrar sí o sí. Hasta ese momento, había hecho varios intentos pero siempre encontraba una excusa para no poner un pie en la sala.

Primera toma de contacto con el ciclo indoor

Llegado el día recuerdo que no seríamos más de diez personas. Yo busqué una de las últimas filas y me subí a una bici. Cuando era la hora de comenzar, el instructor preguntó “¿hay alguien nuevo?”, simple pregunta que, con la experiencia dando clases, he comprobado que es todo un mundo para muchos nuevos. A mí, sinceramente, no me causó ningún trauma y levanté la mano. Él me dijo que en un momento estaba conmigo, explicó la clase, y comenzó la sesión.

Con todos rodando se acercó hasta mi bici, me dijo que se llamaba Alex, me dio la bienvenida y me explicó las cuatro cosas básicas: posición de manillar y sillín, freno de emergencia, posición de manos, como se lleva el ritmo, y poco más. Eso sí antes de dejarme, me recalcó que aquí se trata de divertirse y que los primeros días, simplemente pedaleara para hacerme a la bici.

Recuerdo que cuando llevaba pedaleando cuatro o cinco minutos, sonó la canción de Enigma “Return to innocence”. Ahí, hice mi primer llano de pie. ¿Para qué engañarnos? no aguanté más de diez o quince segundos y, al margen de mi nefasta técnica, la condición física tampoco estaba preparada. Alex, cuando me senté porque no podía más, exclamó un “lo has intentado, todos hemos sido nuevos alguna vez”.

Lo sucedido en ese llano de pie, se lo suelo contar a mis alumnos. Cuando pongo esta canción, les explico lo que me pasó y les recuerdo que, salvo Johnny G, absolutamente todos los monitores del mundo, alguna vez ante la pregunta “¿alguien nuevo?”, levantaron la mano.

Finalizada la primera clase, y tras un par de días con agujetas por todo el cuerpo y casi sin poder sentarme, comencé a ir a clase de manera regular. Primero, tres veces por semana para pasar, en menos de un mes, a ir todos los días. Poco a poco, las clases se hacían más llevadera y comencé a comprender ese cacao de colores que había en la programación. Por cierto, lo que se hacía en Alisport, era Schwinn Cycling.

Pronto podrás conocer como continua el origen de Cyclindoor en la segunda parte, dentro de este mismo blog..

 

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